329. ¿Cómo aprende un niño?

El aprendizaje de todo niño pasa por su vínculo con el Otro significativo -la madre, los cuidadores, la profesora, etc.-, es decir, que para que un niño aprenda cualquier cosa, eso va a tener que ver con la necesidad que tenga ese gran Otro de que el niño hable (Arroyave, 2007), de que le demande, le pida cosas. Un niño no se pone a hablar espontáneamente; tampoco se alimenta o camina de forma natural; ninguna de estas cosas son naturales en los niños. Se necesita de Otro que desee que el niño camine, hable, se alimente (Arroyave).

¿Cómo aprende, entonces, un niño? Un niño aprende en la medida en que su madre -ese Otro significativo- oscile entre hacer de su hijo el objeto que la colma, o dejarlo y desear hacer otras cosas; que la madre oscile entre si su hijo es su objeto maravilloso o que no lo sea tanto. El niño, entonces, va a padecer esta oscilación, padece el tener que dejar de ser ese objeto maravilloso para su madre. Esto es lo que le va a permitir al niño correrse de ese lugar que lo dejaría identificado a ese objeto maravilloso que completa a la madre (identificado al objeto de deseo de la madre: el falo), y se mueva de ese lugar (Arroyave, 2007).

Se necesita, entonces, de una madre que no sepa siempre todo sobre su hijo. Cuando una madre lo sabe todo sobre su hijo, ¿qué va a querer éste? ¿Qué va a querer aprender? El niño queda fijado a ser el objeto que completa a su madre (él es el falo) y no va a desear nada más, y esto es lo peor que le puede pasar a un niño. Por eso, lo primero que aprende un niño es a jugar: juega a sustraerse del campo del Otro; "juega a sustraer un objeto que él oculta del campo de la mirada (del Otro), y este juego va a tener que ver con la presencia o la ausencia de la madre; él la simboliza, la representa a través de esto y la elabora; es la manera en la que él aborda la pérdida de objeto que es él mismo" (Arroyave, 2007) -este es el famoso juego del fort-da que describe Freud en Más allá del principio del placer (1920)-.

Este juego del niño -a sustraerse del campo del Otro- va a estar facilitado por la oscilación de la madre. Si el niño permanece en el lugar de objeto para la madre, él no va a jugar, no va a hablar, no va a aprender. Por eso, el juego del niño nos hace saber que él se está constituyendo como sujeto, es decir, está dejando de ser objeto y está pasando a ser un sujeto. Hay que preocuparse cuando un niño no juega, no habla, no come, es decir, no aprende. Lo que le permite al niño aprender es descubrir que ese Otro -que es su mamá o su cuidador-, no lo sabe todo de él, no sabe qué le pasa, y esto al niño le hace bien, porque así el niño tendrá que dirigirse a otros lugares a preguntar; empezará a demandar y a preguntar sobre todas las cosas. "El preguntar en un niño, es un signo de salud, porque sus primeras preguntas tienen que ver con "lidiar con el deseo materno". Sus primeras preguntas van a ser: ¿Qué quieres mamá? ¿Qué quieres de mí? ¿Qué soy para ti? ¿Qué significo?" (Arroyave, 2007). Lo que le va a permitir al niño seguir creciendo, aprender y andar por la vida, es que ese gran Otro no lo sepa todo, y sobre todo, que no sepa todo sobre él.

Comentarios

Anónimo dijo…
Hola. Podría pasarme la fuente de las citas. Y siguiendo su lectura, que sucede en el plano del autismo. ¿No hay Otro que le desee? o ¿El otro le absorbe tanto que no hay "falta de la falta" en el? ¿Donde queda el Lenguaje? ¿El cuerpo como mera carne que imposibilita a escribir el deseo?

Me agrado su texto. Saludos khrizstianosz@gmail.com
Hernando Bernal dijo…
Anonimo, la fuente es: http://www.funlam.edu.co/poiesis/Edicion013/poiesis13.marroyave.html . Con respecto al autismo, su intuición es correcta!
Hernando Bernal dijo…
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Anónimo dijo…
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Anónimo dijo…
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