127. Otra cara de la droga.

Si se quisiera hacer una «nueva» clasificación de las drogas, se podrían colocar, de un lado, a las drogas que «separan», y del otro, a las que «vinculan» (Miller, 1999); hay entonces adicciones que apartan a los sujetos de la sociedad y otras que colaboran en la creación de lazos sociales. Cualquiera que sea la forma que estos vínculos adquieran, ellos son fundamentales para la vida laboral y afectiva de todo ser humano, por eso, cuando un sujeto no los establece, se vuelve sospechoso de padecer algún tipo de trastorno mental.

Si se piensa, por ejemplo, en la marihuana, no se puede decir de ella que sirva para «separar» a su consumidor de las demás personas; es más, se puede incluso concebir que su empleo es compatible con lo social -aunque no siempre es así-. La marihuana tiene, pues, la función de facilitar los lazos sociales -como lo es el alcohol en la mayoría de los casos-. Fueron bastantes los sujetos que la consumieron en los agitados años ´70, y gracias a ella conocieron a sus cónyuges e hicieron amigos para toda la vida, con los que ahora tal vez trabajan -el propio Bill Clínton confesó su experiencia con el hachís-. Además, en este caso, se trata de una droga que, claramente, no excluye otros placeres; incluso se considera que facilita las relaciones sexuales. En muchas ocasiones hay adictos o alcohólicos que establecen una relación tan estrecha con la droga que consumen, que terminan sustituyendo sus relaciones sexuales por su adicción. Con la marihuana no sucede esto: ella no brinda un placer que reemplace al orgasmo.

Con la heroína es diferente: ella es evidentemente una droga de la «separación», es decir, es una droga que aísla al adicto de las relaciones sociales, por lo que su adicción, en este sentido, es más grave. La cocaína, en cambio, está del mismo lado que el hachís; se puede incluso decir que es la droga típica de las relaciones sociales: son los más «enganchados» a la red social los que más recurren a la cocaína; no hay fiesta o reunión social, en ciertos círculos sociales, donde no se consuma cocaina. En este mismo rango se puede colocar también al alcohol, excepto cuando su consumo es tal que separa al alcohólico de la sociedad.

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