199. La mascarada femenina.

La diferencia fundamental entre los hombres y las mujeres consiste en esa diferencia radical entre el ser y el tener. Si bien Freud habló de la envidia del pene en la niña y de la angustia de castración en el niño, Lacan organizó esa diferencia entre los hombres y las mujeres de otra manera, más lógica. Lacan se va a basar en la estructura misma del lenguaje para pensar la diferencia sexual, de tal manera que dicha diferencia sexual se inscribe en el inconsciente en términos fálicos, como una presencia-ausencia -los niños lo tienen, las niñas no lo tienen-. El significante falo va a marcar la diferencia sexual entre hombres y mujeres de la siguiente manera: se lo tiene o no se lo tiene; el falo es, más precisamente, la subjetivación del sexo, que se subjetiva diciendo “lo tengo” o “no lo tengo”. Pero este "no lo tengo" de la mujer las lleva a "ser el falo", lo cual duplica la dialéctica fálica respecto a Freud: de un problema que tenía que ver con "tener o no tener el falo", se pasa a un problema de "serlo o no serlo".

Como la mujer no lo tiene, puede jugar a parecer que lo tiene. Es lo que el psicoanálisis denomina «la mascarada femenina»; es el juego del semblante en las relaciónes de pareja (Miller, 2002). Es por esa falta que se hace necesario hacer intervenir el parecer, es decir, el semblante. Parecerlo lo podemos escribir así: pare-ser, es decir, parecer ser. Esto es el semblante: parecer ser o hacer creer que se tiene. Por esta razón la mujer que hace parecer que lo tiene es una mujer fálica, y el hombre que hace parecer que lo es, es un hombre bastante... ¡femenino!

¿Cómo hace la mujer para hacer parecer que tiene? Haciendo uso de lo que Lacan llamó, un postizo. Un postizo es un objeto que hace parecer que la mujer tiene lo que le falta. El postizo, entonces, está en lugar de lo que falta. Se necesita que haya falta para que haya postizo (Miller, 2002). El postizo es diferente a la prótesis. Los senos siliconados que se ponen las mujeres insatisfechas por su falta de desarrollo mamario -lo cual es hoy en día una industria muy próspera-, son sólo prótesis, es decir, un objeto que se pone en lugar de un objeto natural; pero, a su vez, la silicona es un objeto muy singular, porque también pone en juego el semblante, es decir, el postizo. Por eso la cirugía estética es una industria del semblante dirigida a esos sujetos que dependen tanto del semblante: las mujeres; y por esta misma razón se trata de una cirugía transexual, es decir, una cirugía que, como lo indica Miller, “apunta a estimular los semblantes del sexo en la parte femenina de la especie” (2002, pág. 163). La diferencia entre el postizo y la prótesis, es que el primero garantiza la imagen, mientras que el segundo cumple una función allí donde falta un objeto natural, como por ejemplo, una pierna.

Comentarios

Anónimo dijo…
Como ignorante de estos temas tengo que decir que no llego a la profundidad de los enunciados que aquí se plantean. Pero si me interesa comentar el hecho de que vivimos en una sociedad productora de imágenes y de prótesis. Vivimos una cultura imagológica en la cual la decadencia de la idea, de la eficacia simbólica y de las grandes jerarquias axiológicas nos han llevado a creer que una imágen vale más que mil palabras, aunque la palabra sea el gran acto creador, como lo demuestra el Génesis. Vivimos en una sociedad llena de prótesis, pues la tecnocrácia los construye parea certificar que el poder de la cultura puiede someter el poder de la naturaleza con sólo oprimir un botón.

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