223. El inconsciente es una máquina para cifrar.

Lacan, en sus últimas elaboraciones sobre el síntoma, lo va a vincular, no con la palabra, sino con la escritura. La escritura tiene un efecto contrario al de la palabra -la cual seduce con su producción de sentido-. Lacan va a decir –como se puede ver en el Informe de Roma–, que con el síntoma se trata también de lectura, de escritura. Miller (1998) lo dice así: “«Así, si el síntoma puede leerse, es porque él mismo está ya inscrito en un proceso de escritura»” (p. 277). Hay pues un proceso de palabra con el síntoma, pero Lacan va a enfatizar ahora su dimensión de escritura. Así pues, el síntoma no se agota en su efecto de significación, como significado del Otro, como mensaje del Otro. El efecto de significación del síntoma también conlleva un efecto de goce. Y agrega Miller (1998): “Por el hecho de que este efecto está implicado en el síntoma analizable debe serle referido un proceso de escritura”. (p. 277).

Todo proceso de lectura reclama un proceso de escritura. La escritura tiene como propiedad que toma al lenguaje fuera del sentido. La escritura es el carácter ideográfico, es el símbolo matemático, es el dibujo, son los nudos. Es decir que la estructura del lenguaje incluye en ella también una dimensión de escritura. Pensar el síntoma como un signo llevará a Lacan a pensar el inconsciente ya no determinado por la estructura de la palabra, sino por la función de lo escrito. A partir de aquí el inconsciente se lo puede concebir como un saber cifrado, por eso la interpretación se puede definir como desciframiento del inconsciente.

El cifrado es introducido por Lacan para pensar, justamente, el efecto de goce de la letra. Miller (1998) entonces se pregunta ¿por qué el inconsciente cifra?, ¿por qué el inconsciente no dice las cosas como son? ¿Por qué se dice siempre de manera indirecta? ¿Por qué demanda ser descifrado?

La tesis de Freud, según Miller (1998), es que hay elementos que son reprimidos, pero lo reprimido retorna, y entre la represión y el retorno de lo reprimido, hay ciframiento. El inconsciente es una máquina hecha para cifrar, para escribir, pero existe un elemento que es incifrable, es decir, que no se puede cifrar: La relación sexual. Esto significa que la relación sexual es rechazada de lo simbólico, es forcluida de lo simbólico, y por ser forcluida, reaparece de alguna manera en lo real. Y eso que retorna en lo real no es otra cosa que el síntoma.

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