239. Narcisismo y agresividad.

Un aspecto que Lacan destaca como importante en el estadio del espejo, es la constitución en el sujeto del «narcisismo primario», “con el que la doctrina designa la carga libidinal propia de ese momento” (1984, p. 91). En efecto, lo que le da forma al Yo en el estadio del espejo, es esta identificación primaria con la imagen especular. Pero el narcisismo no solamente tiene un carácter erótico, sino también agresivo, como lo señala Lacan un poco más adelante en su texto, cuando habla de la libido sexual y de los impulsos de destrucción y de muerte. Es erótico porque el sujeto siente una fuerte atracción por la gestalt de su imagen, la cual lo fascina; pero también es agresivo porque el carácter de totalidad de esta imagen especular contrasta fuertemente con la incoordinación fragmentada del cuerpo real del sujeto, apareciendo amenazado con la desintegración. Así pues, la relación narcisista se constituye en la dimensión imaginaria de todas las relaciones humanas, y la agresión y el erotismo van a subyacer en todas las formas de identificación, constituyendo ésto una característica esencial del narcisismo.

La identificación que se pone en juego en este momento es «imaginaria», es decir, es el mecanismo por el cual se crea el Yo en el estadio del espejo. El estadio del espejo constituye entonces esta identificación primaria que da origen al yo ideal. Pero ella ilumina también la oposición dinámica que se encuentra en el concepto mismo de «libido», cuando se lo invoca para explicar la relación evidente de la libido narcisista con la función enajenadora del yo [je] y con la agresividad, agresividad que se desprende de la libido en toda relación con el otro, con el semejante, incluso cuando se le brinda una ayuda samaritana. Lacan lo dice claramente hacia el final de su texto: “el sentimiento altruista es sin promesas para nosotros, que sacamos a luz la agresividad que subtiende la acción del filántropo, del idealista, del pedagogo, incluso del reformador”. (Lacan, 1984, p. 93). En otras palabras, la acción del hombre más generoso, llámese benefactor, soñador, docente o prefecto, conlleva en sí misma un alto grado de agresividad hacia sus semejantes.

Comentarios

A partir de mi lectura del Sem. 1 entiendo que hay una distinción, al menos en la lectura que Lacan hace de Freud, entre ideal del yo y yo ideal. En donde el primero aparece vinculado principalmente con el registro de lo imaginario y el segundo con el registro simbólico, siendo éste los restos del Edipo y lo que dará lugar a lo que entendemos como super-yo. Cuando hablas de una identificación imaginaria formadora del YO y por ello el encuentro con ese yo-ideal se me genera confusión, pues me parece que al estar en el contexto del estadio del espejo resulta más adecuado hablar de ideal del yo.
Hernando Bernal dijo…
Jóse Luis, es al revés: el Yo ideal es el que aparece vinculado al registro imaginario: es la imagen ideal especular de la fase del espejo, y el ideal del yo pertenece al registro simbólico: son las insignias o significantes con los que se identifica el sujeto en la salida del Edipo.
mmm... no me queda tan claro. Revisaré el sem. 1 y respondo. Tengo la impresión que en tu comentario del estadio del espejo también haces referencia al ideal del yo -no al yo ideal- en ese registro especular.
De todas formas voy a revizar mis apuntes del sem. 1 y comento.

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