334. La puntuación hace legible al inconsciente.

Lacan decía que "la puntuación decide el sentido”, de tal manera que se puede pensar que el psicoanalista tiene como función en la cura, ponerle la puntuación al "texto" que trae el analizante. La Biblia, en un comienzo, no tenía puntuación alguna, de tal manera que el texto bíblico era una fuente de ambigüedad permanente. "La puntuación dada a una continuidad significante cambia el sentido, pero cuando se cambia la puntuación, el sentido también se renueva, y a veces es un trastorno total, y si se pone una mala puntuación el sentido se desvanece o se altera" (Miller, 1998).

En la experiencia analítica, lo que hace que el inconsciente se vuelva legible es la puntuación. "Es fundamentalmente la puntuación lo que agrega, introduce o desplaza el analista. El psicoanalista agrega al habla una puntuación, y se podría decir que la interpretación analítica es esencialmente un hecho de puntuación (...) lo más importante de la interpretación no es el contenido comunicado por el analista, sino la forma; es decir, la puntuación –que puede ser casi invisible en la palabra– llevada por el analista" (Miller, 1998); así pues, el resorte de la interpretación analítica es del registro de la puntuación agregada a la palabra del paciente.

La interpretación "puede ser un simple sí dicho por el analista, puede ser, para el analista, el simple hecho de gruñir en un momento dado; puede ser la simple repetición de un enunciado del paciente, que corresponde precisamente a la introducción de un efecto de comillas en la palabra del paciente; (...) el analista repite una frase del paciente y por el simple hecho de repetirlo es equivalente a ponerlo entre comillas; hacer una citación, y la interrupción de la sesión –con los analistas que practican las sesiones de tiempo variable– también puede tener valor de puntuación de lo que ha sido dicho" (Miller, 1998); de tal manera que el analista es como un editor de la palabra, no solamente alguien que escucha, sino también alguien que edita.

La tarea del analista en la experiencia analítica es poner al sujeto en la posición de escucharse hablar, y esto es lo mínimo de la puntuación analítica; "la puntuación analítica conduce a un sujeto a escucharse hablar" (Miller 1998). Además, la puntuación es la responsable de que aparezca un sentido distinto, algo nuevo que el analizante no había visto o no había tenido en cuenta. Así pues, "la puntuación finalmente es responsable del inconsciente" (Miller), es decir, la puntuación constituye el inconsciente como algo legible. Si esto es así, se puede pensar que si el inconsciente se vuelve legible, es porque se vuelve un escrito; "cuando el inconsciente se vuelve escrito (...) se constituye como legible" (Miller).

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