481. ¿Es el sujeto equivalente a una máquina?

¿Se puede dialogar con una máquina? Al parecer, todavía no, pero si se pudiera, como lo hace Theodore Twombly con su sistema operativo en la película Her (Ella), habría que preguntarse si allí, en la máquina, encontraremos un sujeto. Lacan decía que una máquina puede pensar, pero no puede saber nada, es decir, que un sistema cibernético puede manejar mucha información, pero eso no significa que sabe mucho; manejar información no es saber (Bassols, 2012). "Google nos da mucha información, pero es tonta como un cubo; es decir, no sabe nada, dispone de mucha información que nos puede ser muy útil, pero saber, lo que se llama saber, nada" (Bassols).

El saber complica mucho la existencia del sujeto, es algo que le impide adaptarse a la realidad; "lo más óptimo para adaptarse a la realidad es tener información, pero no saber demasiado. Cuando uno sabe demasiado empieza a ser peligroso para el sistema, peligroso incluso para el sistema educativo, especialmente para el sistema educativo que reduce el saber a la información" (Bassols, 2012). En efecto, la información está por todos lados; solo hay que saber dónde hallarla. Pero tener una posición crítica frente a lo que se aprende y lo que se enseña, eso es otra cosa. Esto es lo que hace al sujeto ineducable, ingobernable, difícil de adoctrinar, como pretenden ciertas ideologías políticas contemporáneas, las cuales, a su vez, buscan que el sujeto sea un ignorante para poderlo manipular. El sujeto no es una máquina que se dedica a repetir lo que se le enseña -como sucede con la educación contemporánea-; el sujeto también sabe, es decir, reflexiona, interpreta; digámoslo al revés: para que haya saber, se necesita de la existencia de un sujeto; sin sujeto lo que hay es información. El sujeto es el que le da sentido a la información; éste aparece allí donde la información adquiere alguna significación.

Hay otra cosa que la máquina tampoco puede hacer: gozar, es decir, satisfacer sus pulsiones, y gozar sí que complica la vida del sujeto. Además, para gozar se necesita de un cuerpo, de un organismo vivo, cosa que la máquina no tiene. "Lo que una máquina no podrá hacer nunca, al menos hasta que tengamos noticia de ello, es gozar" (Bassols, 2012). Una máquina no puede dar signos de goce, dar signos de que está gozando, como tampoco da signos de que engaña. Una máquina no engaña, no sabe engañar, cosa que sí sabe hacer el sujeto. El sujeto puede gozar, puede saber y sobre todo que puede fingir que finge (Bassols), es decir, engañar. Las máquinas no engañan; ellas responden adecuadamente y sin mentir a lo que se les solicita; en cambio, si algo sabe hacer el sujeto es mentir, engañar, borrar sus huellas.

"Cuando hay un sujeto las cosas se complican mucho, es cierto, el sujeto está profundamente inadaptado a la realidad, por el hecho de hablar, por el hecho de gozar hablando" (Bassols, 2012). Por esta razón al sujeto se lo encuentra cuando este falla, erra, se equivoca, se tropieza o miente. Un sujeto habla, un sujeto goza, un sujeto desea, y eso lo hace absolutamente distinto de una máquina, de un sistema cibernético. El sistema cibernético es el sistema con el que la psicología cognitiva piensa al ser humano, lo cual es contrario a lo que plantea el psicoanálisis, ya que para este "el sujeto que habla no puede ser reducido a un sistema cibernético" (Bassols) o al cerebro, como lo hacen los neurocientíficos, quienes buscan reducir el inconsciente a una memoria o una huella en el cerebro; por eso, a la hora de pensar "¿quién piensa?", se le complican las cosas: ¿piensa el cerebro?, ¿piensan las neuronas?, ¿acaso éstas gozan? Aquí es donde el psicoanálisis interviene introduciendo su concepto de sujeto, sujeto de la palabra, del lenguaje y del goce (Bassols).

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