483. ¿El inconsciente en el cerebro?

Al inconsciente se lo imagina en el cerebro. Incluso hay toda una corriente del psicoanálisis, el neuropsicoanálisis, "que trata de localizar el mapa del inconsciente en el mapa del cerebro" (Bassols, 2019); pero hay otros neurólogos que van más allá de de esta imaginarización de la psique en el sistema nervioso, es decir, que no reducen el psiquismo al cerebro. Ellos han encontrado que hay algo que no es localizable en el mapa del sistema nervioso del cerebro, y eso no localizable tiene que ver con la singularidad de la experiencia de cada sujeto, es decir, su subjetividad, eso que lo hace único. Eso inlocalizable no es otra cosa que "la experiencia del cuerpo hablante que no puede ser cuantificada o categorizada por la neurociencia actual" (Bassols).

Entonces, localizar en el cerebro toda la singularidad del sujeto no se puede. Muchos neurocientíficos han empezado a sospechar que "la activación de todo el funcionamiento del sistema nervioso sólo es posible a través de la presencia de un otro, de otro sujeto o de un Otro como lenguaje, de la cultura, de la sociedad" (Bassols, 2019). Y esto es justamente lo que enseña el psicoanálisis: que la existencia del sujeto depende de la existencia del Otro, del lenguaje, el cual está, en principio, afuera: el lenguaje preexiste a la existencia del sujeto, pero luego está adentro, inscrito en el cerebro, es más, poniendo a funcionar el cerebro, así como el software pone a funcionar el hardware. Pero cuidado: el sujeto es irreductible al mapeo de las neurociencias.

Se puede hacer, sí, un mapa del cerebro, pero ¿dónde localizamos al que maneja ese mapa, al mapeador? Esto se parece a lo que sucede con Google, cerebro virtual gigante, que tiene el mapeo de toda la información del mundo, pero no sabe nada, ya que cuando se busca información en Google, aparecen un sin número de resultados. Y esto sucede porque una palabra no tiene un solo sentido; una palabra tiene muchos sentidos, es polivalente, tiene múltiples significados. ¡Esto es lo que hace bruto a Google!; Google cumple con saber dónde está la información, pero es una bestia, ya que el sentido se le escapa a Google (Miller, 2007). Es al sujeto al que le toca ponerse en la tarea de darle un sentido a su búsqueda, de encontrar, en toda la información que arroja el buscador, lo que tiene sentido para él, y esto no lo hace Google –ni el cerebro–, ya que los dos lo que hacen es memorizar “la palabra en su estúpida materialidad” (Miller). Y es por esta razón que la subjetividad no se puede reducir al funcionamiento del cerebro; ¡el mapeador no se encuentra en el mapa del cerebro! El problema aquí es que ese Otro que es el lenguaje que pone a funcionar el cerebro, no funda una ciencia positivista, ya que no es cuantificable, controlable, medible.

Los neurólogos han llegado a concluir que el lenguaje cumple con una función cognitiva: gracias al lenguaje el sujeto puede hacer una cartografía de la realidad (Bassols, 2019), es decir, el sujeto puede hacerse una representación del mundo que le rodea y de sí mismo. Pero aquí justamente, el neurólogo se encuentra con un punto de real, el límite de un real "que no puede ser reintegrado en un sistema, en una cartografía de fronteras más o menos establecidas en el cuerpo hablante, y eso que no encaja en la cartografía del cerebro es precisamente el encuentro con el otro del lenguaje; tal vez podamos decir con el Otro del cuerpo, o en todo caso con una dimensión Otra" (Bassols). Precisamente, con Lacan, este es el nuevo objeto de estudio del psicoanálisis: los efectos del lenguaje en el sujeto, es decir, el encuentro particular del sujeto con el lenguaje.

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