485. El lenguaje, el organismo y la dimensión subjetiva

El psicoanálisis sabe de la importancia de dialogar con el campo de la ciencia, así el psicoanálisis no sea una ciencia natural o positiva. El psicoanálisis tiene claro que no es una ciencia porque las condiciones de reproducibilidad del método científico no son posibles cuando se aborda la subjetividad; el sufrimiento y el malestar de un sujeto no se pueden medir, cuantificar; el significado subjetivo de un síntoma, el significado de una experiencia, un evento significativo para la vida de un sujeto no se puede medir, como tampoco se pueden reproducir las mismas condiciones para un sueño, una interpretación, un acto fallido o un lapsus freudiano. Pero para dialogar con la ciencia se necesita de “científicos que tengan cierta idea de qué es el sujeto de la palabra y del lenguaje que Lacan introdujo como fundamental en la experiencia psicoanalítica” (Bassols, 2012).

Probablemente los científicos más cercanos al psicoanálisis son, paradójicamente, los neurocientíficos, dentro de los cuales hay una gran división: están los que “intentan localizar todas las funciones subjetivas en el sistema nervioso central, son reduccionistas a tope; y los no localizacionistas, los que se dan cuenta de que hay algo de la dimensión subjetiva fundamental que no puede localizarse en el sistema nervioso central, que es exterior a él, que actúa como una suerte de parásito al sistema nervioso central y algunos se dan cuenta de que eso es el lenguaje” (Bassols, 2012). En efecto, es el Otro del lenguaje, esa dimensión de la que tanto habla el psicoanálisis lacaniano, ese Otro simbólico que funciona en el ser humano como “una suerte de parásito que parasita el sistema nervioso central modificándolo continuamente, cambiando todo el organismo en un cuerpo” (Bassols).

Cambiar el organismo en un cuerpo es lo que permite ubicar al organismo del lado de las neurociencias, y al cuerpo del lado del psicoanálisis; no son lo mismo. Para la ciencia positiva y reduccionista, el cuerpo se puede reducir al organismo, es decir, un conjunto de elementos reales: células, genes, neuronas, etc., y, no es así. El psicoanálisis sabe, por ejemplo, que no es un gen el que determina la homosexualidad, como pretenden mostrarlo algunas noticias pseudocientíficas, pero tampoco un gen determina la heterosexualidad. Si algo sabe el psicoanálisis, desde los tiempos de Freud, es que es igual de difícil llegar a ser homosexual como heterosexual, y “nada en lo real del organismo determina eso, mucho menos un gen” (Basssols, 2012). El sujeto homosexual y el heterosexual se tienen que hacer a un cuerpo homosexual o heterosexual, es decir que tener un pene o una vagina no hace al sujeto hombre o mujer; se llega a ser homosexual o heterosexual, no se nace siendo lo uno o lo otro. Incluso “hay sujetos que no pueden construirse un cuerpo, por ejemplo, los niños autistas que sufren de eso, de no poder construirse un cuerpo de no poderlo localizar en el espacio tridimensional, eso no tiene una causalidad genética, puede haber predisposiciones genéticas no lo dudamos; pero el andamiaje causal que finalmente produce un sujeto autista no puede entenderse sin ese parásito del lenguaje, del que el autista por otra parte, está dando da testimonio continuamente” (Bassols).

Igualmente, los nuevos paradigmas en la ciencia han roto esa unidad denominada «individuo»; ya no se sabe dónde está el individuo, ya que “no está claro dónde empieza el individuo y dónde empieza el ambiente (…) ¿dónde empieza el ambiente?, el ambiente empieza fuera de mi piel o el ambiente empieza ya en ese interior que son partes de mis órganos que están ya en contacto con el ambiente y modificándose continuamente” (Bassols, 2012). Por esta razón, la ciencia de hoy no parte de la idea de un individuo ya constituido funcionando como tal con una identidad; esto es lo que ha llevado a los neurocientíficos a hablar de plasticidad cerebral, es decir que el cerebro es un aparato que se está modificando continuamente, y resulta que –es de lo que se están dando cuenta los investigadores que estudian el cerebro sin reducirlo al organismo– “el mayor agente de modificación del cerebro, entendido como un órgano, es el lenguaje; no tanto la percepción de la realidad, no tanto los estímulos exteriores, sino el lenguaje” (Bassols), y por este camino se produce una intersección, o mejor, una coincidencia entre la neurociencia y el psicoanálisis.

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Aún hay bloggers serios que comparten material trabajado.
Soy de una provincia y aquí comparto estudios de psicoanálisis lacaniano

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