523. Condensación y desplazamiento, metáfora y metonimia

Cuando Freud describe al Ello lo hace diciendo que es la parte oscura, inaccesible, de nuestra personalidad. "Nos aproximamos al ello con comparaciones, lo llamamos un caos, una caldera llena de excitaciones borboteantes. Imaginamos que en su extremo está abierto hacia lo somático, ahí acoge dentro de sí las necesidades pulsionales que en él hallan su expresión (...) Investiduras pulsionales que piden descarga: creemos que eso es todo en el Ello" (Freud, 1932/36). Si el extremo del Ello está abierto hacia lo somático, es porque las pulsiones sexuales tienen como fuente, las zonas erógenas del cuerpo. Y cuando él habla de investiduras pulsionales, se está refiriendo a la libido, es decir, a la fuerza como se manifiesta la pulsión, la energía psíquica de las pulsiones sexuales que se ponen en juego en lo que se desea, en las aspiraciones amorosas, energía que puede aumentar o decrecer, y ser desplazada en el inconsciente; cuando el psicoanálisis habla de afectos, sentimientos o emociones, está refiriéndose a la carga libidinal que los objetos y/o las representaciones llevan con ellos.

Con la represión, la excitación producida por las pulsiones (la libido) queda libre en el inconsciente; Freud llama proceso psíquico primario a los procesos que ocurren en el inconsciente en los que la excitación producida por la tensión pulsional circula libremente, pudiéndose transferir, desplazar o condensar en otras representaciones ese afecto asociado a las representaciones reprimidas. Así es como se forma, por ejemplo, el síntoma en el sujeto. La tarea de ligar la excitación pulsional Freud la llamó proceso psíquico secundario. En el proceso primario la energía psíquica, los afectos, la libido, fluye libremente, pasando sin trabas de una representación a otra; en el proceso secundario, la energía es «ligada» a una representación.

La energía de las pulsiones son, entonces, investiduras de afecto (libido), las cuales piden ser descargadas, aliviadas, porque mientras no se descarguen, producen tensión. Las demandas pulsionales producen, en el psiquismo, tensión, displacer, y el alivio de las se experimenta con placer. El placer se experimenta siempre cuando hay alivio de una tensión psíquica (principio del placer). Ahora bien, esas investiduras de afecto, en la búsqueda del alivio de la tensión que crean, producen desplazamientos y condensaciones. Estos son los dos principios descubiertos por Freud y que le atribuye al inconsciente; esto significa que el inconsciente, el Ello, no es caótico; él responde a dos leyes, dos reglas, dos principios en su funcionamiento: la condensación y el desplazamiento; condensación y desplazamiento de las investiduras de afecto que quedan libres de las representaciones a las que van unidas, después de que han sido reprimidas.

Lacan se da cuenta, gracias al desarrollo de la lingüística moderna -con la que no contaba Freud cuando describía el funcionamiento del aparato psíquico- que esos dos principios que operan en el inconsciente responden a los tropos que operan en el lenguaje, es decir, que el uso de las palabra en el lenguaje, lo que llamamos tropos, específicamente la metáfora y la metonimia, son equivalentes a la condensación y el desplazamiento, los dos principios con los que funciona el inconsciente freudiano. Esto es lo que lleva a Lacan a establecer que «el inconsciente está estructurado como un lenguaje», es decir, el lenguaje, lo simbólico, funcionan exactamente igual que el inconsciente.

En lingüística, un tropo es la sustitución de una expresión por otra cuyo sentido es figurado; es lo que sucede con la metáfora y la metonimia. La metáfora no es otra cosa que la sustitución de un significante por otro (p. ej. «las perlas de tu boca»), y la metonimia es la conexión de un significante a otro; es la sustitución de una representación por otra, con la que se mantiene una relación de contigüidad (p. ej. «en su vida cargó muchas cruces», refiriéndose al sufrimiento, o «es uro corazón», refiriéndose a lo bondadoso que es). Pues bien, esta sustitución de un significante por otro, de una representación por otra, se aplica ¡a todas las formaciones del inconsciente! El síntoma psíquico es eso: la sustitución de una representación por otra que ha sido reprimida. Lo mismo sucede con el olvido, los sueños, los actos fallidos (lapsus) y los chistes (juegos de palabras). Cuando Freud habló de condensación y desplazamiento, Lacan habló de metáfora y metonimia, por eso el inconsciente deja de ser una caldera llena de excitaciones borboteantes y pasa a estar estructurado como el lenguaje.

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