503. Una nueva metapsicología: lo real, lo simbólico y lo imaginario

La tesis de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, reafirmada con la idea de que el lenguaje es la condición del inconsciente, junto al principio esencial de que no hay relación sexual, es decir, no hay proporción entre los sexos, se constituyen en la base para pensar una novedosa visión de la metapsicología freudiana, constituida por tres registros: lo real, lo simbólico y lo imaginario, conceptos desarrollados en el Seminario R.S.I. de 1974-1975. Los tres registros fueron representados a través del nudo borromeo, solución que permitió anudarlos siendo tan heterogéneos.

Para Lacan, toda la realidad humana, es decir, su subjetividad, su psiquismo, está organizada por estos tres órdenes. Los primeros aportes de Lacan se centran en la dimensión Imaginaria del sujeto, así pues, en los Escritos, los tres grandes artículos sobre lo Imaginario -La agresividad en psicoanálisis, El estadio del espejo y Acerca de la causalidad psíquica- están incluidos en un apartado que Lacan, en 1966, denominó "De nuestros antecedentes". Esto porque él consideraba que el verdadero comienzo de su obra es el llamado «discurso de Roma», es decir, el artículo titulado Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, momento que marca la entrada de Lacan y de lo simbólico, en el campo del psicoanálisis.

Con respecto al orden imaginario, todo girará en torno a la denominada «fase del espejo»; allí Lacan toma las experiencias del psicólogo Wallon sobre el reconocimiento que hace el niño de sí mismo frente al espejo. Lacan parte, para el abordaje de este período, de un elemento psicoanalítico central: la influencia crucial, inestimable, de la imagen narcisista, del narcisismo freudiano. Él ubicará a la imagen, bajo la égida del yo narcisista freudiano. A esta experiencia de Wallon sobre el reconocimiento que hace el niño en el espejo de su propia imagen, Lacan le agregará, dos elementos que no estaban a disposición de Freud: uno proviene de la etología, del estudio de los instintos animales, y el otro de la embriología humana.

Con respecto al orden simbólico, las fuentes más conocidas en Lacan son: la lingüística saussuriana y la antropología de Lévi-Strauss, con su idea de la "eficacia simbólica" y el énfasis en el peso estructural de las leyes de parentesco. El desarrollo del orden simbólico en Lacan se resume en un cambio de palabras, el que va del lenguaje a «lalengua» (en una sola palabra), a la que Lacan hace el objeto de una disciplina particular que bautizará «lingüistería». Lalengua es aquello que en el inconsciente subvierte al lenguaje; lalengua será el punto central de la teoría de lo simbólico al final de su obra. Esta lalengua –lo dice Lacan en el Seminario XX– la escribe así para suprimir el artículo universal “La”. Por tanto, hay que decir que hay una lalengua porque cada lalengua es única y no universalizable. Por esto, cada inconsciente de cada sujeto, uno por uno, tiene una estructura de lalengua intraducible al de otro. 

Con respecto a lo real, en Lacan se trata de un término que se opone al de realidad, es decir, lo real no es la realidad. En la primera época surgen confusiones, sobre todo en los primeros seminarios, donde a veces usa indistintamente uno u otro término sin diferenciarlos. Lo real, sin embargo, empieza a esclarecerse al final del Seminario II y III, donde aparece, no ya como aquello que el psicoanálisis no puede alcanzar porque es un real externo a la palabra, al sujeto de la palabra, etc., sino como aquello que vuelve siempre al mismo lugar. Tenemos aquí dos de las más importantes definiciones de lo real en el psicoanálisis lacaniano: lo real como «lo que está por fuera de lo simbólico», aquello que no se puede representar, y lo real como «lo que vuelve siempre al mismo lugar».

La tercera definición de lo real en Lacan es «lo real como lo imposible». El paso de lo real como lo que vuelve siempre al mismo lugar, a lo real como imposible, entraña un cambio de paradigma. Aunque, nuevamente, una definición no anula a la otra, ambas son válidas, como sucede con muchas de las elaboraciones de Lacan en el transcurso de su obra; por lo tanto, hay que pensar que está haciendo una nueva articulación. Lo real como imposible ya define algo de la relación del sujeto respecto de sí mismo, un punto que no es posible de ser resuelto, que no tiene solución. Si es un problema sin solución, no se trata de que el sujeto se sienta impotente o capaz de resolverlo, porque el imposible no es asunto de impotencia. Cuando un problema no tiene solución, no tiene solución; el sujeto no puede cambiar ese real que no tiene solución. Por esta razón, la cura analítica la podemos definir como «el paso de la impotencia a lo imposible». Es un hecho que el sujeto, al comenzar una cura, desea cambiar muchas o algunas cosas de su vida; es esta la razón que lo lleva a consultar. Pero, si bien en el trascurso de su análisis habrá cambios, podrá cambiar algunas de esas cosas; hay otra que definitivamente no podrá cambiar, por más que quiera: eso que no cambia, eso que vuelve siempre igual, imposible de cambiar, eso es lo real.

Lacan dará un punto de real como imposible, común a toda la especie humana en tanto que hablante. El punto de imposible común a toda la especie humana es «la pérdida de naturalidad de los sexos» y, por tanto, la no-complementariedad del hombre y la mujer, la no-complementariedad soñada, que haría Uno al hombre y a la mujer. Es lo que conocemos con la fórmula «no hay relación sexual». La obra de Lacan se cierra en 1981; sus últimas palabras, en el seminario de Caracas, fueron: «mis tres no son el Ello, Yo y Superyó, sino lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real».

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