512. El sarcasmo es el arma cuando no se tienen balas

Si bien Freud poco o casi nada se refirió al sarcasmo en su texto El chiste y su relación con el inconsciente (1905/1991), si se refirió al chiste tendencioso, el cual, mirándolo de cerca, se puede deducir, sin llegar a contradicciones, que se trata efectivamente del sarcasmo. Según la RAE (2019), el sarcasmo es una “burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo”; y Freud (1905/1991), cuando se refiere al chiste tendencioso, sobre todo hablando del humor de los judíos durante el Holocausto Nazi, dice que "es harto común que circunstancias exteriores estorben el denuesto o la réplica ultrajante, tanto que se advierte una muy notable preferencia en el uso del chiste tendencioso para posibilitar la agresión o la crítica a personas encumbradas que reclamen autoridad. El chiste figura entonces una revuelta contra esa autoridad, un liberarse de la presión que ella ejerce. En esto reside también el atractivo de la caricatura, que nos hace reír aún siendo mala, sólo porque le adjudicamos el mérito de revolverse contra la autoridad. Si tenemos en cuenta que el chiste tendencioso es apropiadísimo para atacar lo grande, digno y poderoso que inhibiciones internas o circunstancias externas ponen a salvo de un rebajamiento directo…" (como se citó en Ríos Madrid, 2006, párr. 22).

Ya que Freud se refiere aquí también a la caricatura, coincide con la definición del caricaturista colombiano X-tian (22 de abril de 2020), publicada en un trino: “La caricatura existe para bajar del pedestal a toda figura de poder. Sea jefe, policía, guerrillero, alcalde, presidente, obispo, Papa y hasta al mismísimo dueño de Zoom” (párr. 1).

En todo caso, se puede hacer una diferenciación entre ironía y sarcasmo (léase chiste tendencioso); la RAE (2019) define la ironía como una “expresión que da a entender algo contrario o diferente de lo que se dice, generalmente como burla disimulada” (párr. 3). En efecto, Freud (1905/1991), dice de ella que no es exactamente un chiste, que es una técnica que hace uso de la figuración por lo contrario (p. 70). Más adelante en su texto explicita: "Me refiero a la ironía, que se aproxima mucho al chiste y se incluye entre las subvariedades de la comicidad. Su esencia consiste en enunciar lo contrario de lo que uno se propone comunicar al otro, pero ahorrándole la contradicción mediante el artificio de darle a entender, por el tono tic la voz, los gestos acompañantes o pequeños indicios estilísticos —cuando uno se expresa por escrito—, que en verdad uno piensa lo contrario de lo que ha enunciado. La ironía sólo es aplicable cuando el otro está preparado para escuchar lo contrario, y por ende no puede dejar de mostrar su inclinación a contradecir. A consecuencia de este condicionamiento, la ironía está particularmente expuesta al peligro de no ser entendida" (pp. 166-167).

Así pues, la ironía se refiere a lo contrario de lo que sucede o se dice, y tiene una intención más humorística; en cambio, el sarcasmo, que se puede inscribir como un derivado de la ironía, es un comentario en forma de burla que apunta a ridiculizar, humillar o insultar a otra persona, como bien lo indica Ríos (2006), el “chiste tendencioso (…) puede ser considerado como una manera disimulada, culturalmente aceptada, y socialmente bien vista, de expresar el odio, la agresividad, el desprecio sentido por el otro” (párr. 12).

El sarcasmo entonces, está al servicio de las tendencias sexuales y agresivas que habitan al ser humano, pero con él se logra sustituir la hostilidad activa y violenta –la cual le brindaría al sujeto un alivio pulsional más intenso- por el insulto de la palabra (Ríos, 2006). La palabra le brinda al sujeto un alivio, que Freud citando a un autor inglés, señala así “el primero que en vez de arrojar una flecha al enemigo le lanzó un insulto fue el fundador de la civilización; de este modo la palabra es el sustituto de la acción, y en ciertas circunstancias el único sustituto” (como se citó en Ríos, 2006, párr. 19).

Ahora bien, cuando Freud (como se citó en Ríos, 2006) habla del sarcasmo que los judíos le dirigían a sus verdugos durante el Holocausto, alude a la palabra como “arma”: “los judíos esgrimieron su arsenal humorístico, su afamado ´buen humor´ como ´arma´, usaron las palabras como dardos que lanzaban contra todo el aparato nazi; a través del chiste expresaron el odio, el desprecio que sentían por aquellos que los sometían” (párr. 24). Por esta razón es que podemos decir que, haciendo uso de las palabras, con el sarcasmo, por ejemplo, el lenguaje se constituye en un camino opuesto a la acción, pudiendo expresar así impulsos y deseos que están vedados por agentes internos (la conciencia moral) o externos (las prohibiciones culturales), de tal manera que podemos afirmar, entonces, que el sarcasmo es el arma cuando no se tienen balas. Y por supuesto, mejor que las balas, el sarcasmo.

Recuérdese que Freud consideraba el humor como una de las actividades intelectuales más elevadas, “la más elevada de esas operaciones defensivas” (Freud, 1905/1991), refiriéndose a los mecanismos que utilizan los sujetos para defenderse de la represión de aquellos impulsos sexuales y agresivos. Por eso escuchamos frecuentemente esa frase que dice «lo bonito del sarcasmo es que los inteligentes entienden y los idiotas se ofenden».

(Este artículo fue publicado originalmente en el Blog Fondo Editorial Universidad Católica Luis Amigó). 

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