513. El sentido del humor es signo de una buena “salud mental”

Aunque desde el psicoanálisis se plantean serias dudas sobre la posibilidad de que el sujeto alcance un estado de ‘salud mental’ completo, en la medida en que “cada uno tiene su vena de loco” (Miller, 2013, párr. 3), existe una manera de defenderse de las adversidades que trae la existencia, es decir, de ser menos chiflado, “un intento desesperado de nuestro psiquismo por evitar el displacer” (Ríos Madrid, 2006, párr. 1).

Siempre he pensado que el sentido del humor es un signo de buena ‘salud mental’, sobre todo si el sujeto también se ríe de sí mismo:

"El humor es un recurso para ganar el placer a pesar de los afectos penosos que lo estorban; se introduce en lugar de ese desarrollo de afecto, lo reemplaza. Su condición está dada frente a una situación en que de acuerdo con nuestros hábitos estamos tentados a desprender un afecto penoso, y he ahí que influyen sobre nosotros ciertos motivos para sofocar ese afecto in statu nascendi" (Freud como se citó en Ríos Madrid, 2006, párr. 13).

Así pues, gracias al sentido del humor –del cual dice Freud (como se citó en Ríos Madrid, 2006) es una operación psíquica “elevada” apreciable en los grandes pensadores–, el sujeto se defiende de afectos que le pueden causar algún tipo de displacer. Esta es la razón por la que “tras el placer del humor suelen encontrarse entre otros, sentimientos como desprecio, indignación, enojo, dolor y ternura” (Ríos Madrid, 2006, párr. 18).

El mecanismo que Freud descubre detrás de la comicidad de un sujeto es el desplazamiento de afectos asociados a una representación penosa, de tal manera que dicho afecto se asocia con otra cosa que resulta cómica, y que puede terminar contagiando a algún otro receptor, produciéndose así el efecto humorístico (Ríos Madrid, 2006). Lo interesante de este asunto es que, si el sujeto no recurre al humor para defenderse de un afecto que le causa displacer, lo que resulta de ello es una psiconeurosis, es decir, un penoso síntoma psíquico que resultaría mucho más molesto que hacer un chiste sobre la situación que perturba. Es por esta razón que “el humor puede concebirse como la más elevada de esas operaciones (psíquicas) defensivas” (Ríos Madrid, 2006, párr. 19), en la que aquello que venía a producirle displacer al sujeto, termina produciéndole placer.

Entonces, “el humor puede entenderse como una ‘operación defensiva’; con tal defensa busca el yo sustraerse de aquello que es sentido como peligroso o displacentero, provenga del interior o del exterior” (Ríos Madrid, 2006, párr. 22); es un recurso con el que cuentan los sujetos, con una chispa de inteligencia, para enfrentar las situaciones difíciles de la existencia.

"Con su defensa frente a la posibilidad de sufrir, ocupa un lugar dentro de la gran serie de aquellos métodos que la vida anímica de los seres humanos ha desplegado a fin de sustraerse de la compulsión del padecimiento, una serie que se inicia con la neurosis y culmina en el delirio, y en la que se incluyen la embriaguez, el abandono de sí, el éxtasis" (Freud como se citó en Ríos Madrid, 2006, párr. 40).

Así pues, el sentido del humor es una salida nada desdeñable frente al sufrimiento inherente a la vida humana (Ríos Madrid, 2006).

(Este artículo fue publicado originalmente en el Blog Fondo Editorial Universidad Católica Luis Amigó)

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