521. Lo real es lo que hace al mundo «inmundo»

A la pregunta sobre de qué se ocupa el psicoanálisis, Lacan (1974) responde: “El psicoanálisis se ocupa muy especialmente de lo que no anda bien. Por eso, se ocupa de esa cosa que conviene llamar por su nombre –debo decir que hasta ahora soy el único que la llamó con este nombre–… lo real. Es la diferencia entre lo que anda y lo que no anda: lo que anda es el mundo, y lo real es lo que no anda. El mundo marcha, gira en redondo, es su función de mundo”.

Así pues, hay que distinguir lo real del psicoanálisis de lo real de la ciencia, y lo real de la realidad. La realidad no es lo real, ese del que habla el psicoanálisis. Eso que se denomina la realidad es la «realidad psíquica» de Freud, es decir, las representaciones que el sujeto se hace del mundo que le rodea y de sí mismo, su subjetividad. Dicha subjetividad es producto de las articulaciones entre lo simbólico y lo imaginario, en cambio lo real es lo que escapa a la representación, es incognoscible (Evans, 1997); “no hay (…) esperanza de alcanzar lo real por la representación" (Lacan, 1974).

Con relación a lo real de la ciencia hay que decir que es un real que pretende llevar leyes válidas para todos, leyes universales, en cambio, el real del psicoanálisis es el real vinculado al fracaso, al malestar, al sufrimiento, aquello que no logra adaptación posible en el sujeto, es decir, lo que no anda en él y que en la clínica analítica se evidencia como lo imposible de soportar, sus síntomas.

Entonces, lo real no es el mundo; el mundo es lo que anda, es lo que sigue las leyes, incluidas las leyes de la ciencia. En cambio "decir que «lo real es lo que no anda» implica definir lo real como «lo que no tiene ley». Por supuesto, Lacan habla de un real cuyo funcionamiento es distinto de la necesidad, habla de un real que nos remite al registro de lo contingente, ese es el real del que se ocupan lo analistas" (Palomera, 2021).

Además, ese real que el psicoanálisis encuentra en la clínica es un real que apunta a lo inmundo. Dice Lacan (1974): “para percibir que no hay mundo (…) basta destacar que hay cosas que hacen que el mundo sea inmundo, si me permiten expresarme de este modo”. Por lo tanto, ese no andar del mundo comienza cuando al mundo se le añade algo que lo hace «inmundo», y es de esto que se ocupan los psicoanalistas. "Solo se ocupan de eso. Están forzados a sufrirlo, es decir, a poner el pecho todo el tiempo. Para ello es necesario que estén extremadamente acorazados contra la angustia” (Lacan citado por Palomera, 2021).

El mundo se hace inmundo cuando este deja de andar, deja de marchar como espera el mundo hacerlo, siguiendo las leyes, las reglas, las normas, pero el sujeto se le atraviesa con su inmundicia cuando este erra, falla, marcha mal, deja de funcionar. “El inconsciente se manifiesta a través de un disfuncionamiento, como algo que no funciona, algo que fracasa a través de lo irregular, a través de lo discontinuo” (Miller, 1999). Son las formaciones del inconsciente (sueños, olvidos, actos fallidos), de las cuales se destaca el síntoma, el cual posee una continuidad temporal; es la presencia de lo real del inconsciente en el mundo. 

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