30. El valor del amado.

No hay un concepto que se encuentre más en el psicoanálisis, a propósito de la vida erótica, que el de valor. Todo ser humano se preocupa siempre por determinar el valor del sujeto en quien se interesa.

Tratar a un sujeto como un objeto que tiene o no determinado valor, es algo que hace parte de la “naturaleza” del ser humano. Siempre en él hay un movimiento hacia la objetivación del semejante -“éste sujeto es valioso o no, por x o y motivos”-. Inclusive, hay quienes le dan más importancia al otro como objeto (sexual) que como sujeto. Lo importante a destacar de esto es que todo sujeto tiene una posición de objeto en la vida -objeto de amor, de deseo, de odio, de desprecio, etc.-, y como tal recibirá una valoración por parte de los otros, incluida una valoración sexual y amorosa. Y cuando un ser humano se ocupa por precisar el valor del sujeto en quien se interesa amorosamente, también pensará en lo que el otro está dispuesto a “pagar” por ella.

En la vida erótica se trata de una cuestión en la que continuamente se emiten juicios de valor. Existe un valor de uso y un valor de cambio a nivel sexual, y esto aparece en términos de rebajamiento y sobreestimación del sujeto amado; entonces puede suceder que se lo desprecie o se lo ame demasiado.

Existen, por ejemplo, hombres cuya condición de amor se presenta a partir de dos cualidades que se enlazan: la del tercero perjudicado, es decir, el hecho de que la mujer de la que se enamoran sea de otro, lo que significa que también se trata de una mujer no muy fiel, y esto introduce la otra condición de amor, la de que se trate de una mujer fácil. Éstas dos condiciones son las que hacen valiosa a una mujer para este tipo de hombres. Su conducta será la de sobrestimar a su amada, dedicándole toda su pasión e interés erótico.

La condición de objeto de un sujeto tiene que ver con en el hecho de que él sea aquello hacia lo que se dirige el interés, sexual o agresivo, de otro sujeto. La valoración que se hace él como objeto es lo que permite que se emitan juicios como: “es una santa, es buena gente” o “es una puta, es un sinvergüenza”.

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