146. Justicia o venganza.

Los grandes poetas tienen la capacidad para expresar verdades psicológicas que suelen ser mal vistas. Así pues, Heine -poeta alemán citado por Freud- confiesa: «yo tengo las intenciones más pacíficas. Mis deseos son: una modesta choza con techo de paja, pero un buen lecho, buena comida, leche y pan muy frescos; frente a la ventana, flores, y algunos hermosos árboles a mi puerta; y si el buen Dios quiere hacerme completamente dichoso, que me dé la alegría de que de esos árboles cuelguen seis o siete de mis enemigos. De todo corazón les perdonaré, muertos, todas las inquietudes que me hicieron en vida... sí: uno debe perdonar a sus enemigos, pero no antes de que sean ahorcados». ¿Que transmite este poeta en su decir? Pues que en todo ser humano habita un deseo de venganza hacia las personas que le hacen mal, y que Dios no parece querer la dicha de los hombres, ya que la religión promulga el perdón y no la venganza.

El deseo de venganza hace parte de la «naturaleza» humana y es más que sensato sentirlo. Lo que no es sensato, son todas esas expresiones de perdón que se escuchan en respuesta a los actos de los violentos: se perdona al asesino y al secuestrador a pesar del dolor que producen. ¿No ayuda esto a que los violentos sigan causando más daño?

Hay cosas imperdonables, como las hay también que se pueden perdonar. Hay que hacerle saber al violento que muchos de sus actos no tienen perdón, y que deben pagar por ellos. Es por el deseo de venganza que se demanda justicia, o mejor, el ejercicio de la justicia es una forma civilizada de tramitar el deseo de venganza. Una justicia efectiva, que sanciona al responsable de un mal de manera rápida y con un castigo que se corresponda con el mal causado, ayuda a aliviar el dolor psicológico causado por el daño recibido y apacigua los deseos de venganza; lo que alivia es saber que el responsable de mi dolor está pagando por ello. Si hay impunidad y perdón anticipado, no se puede esperar que las personas dejen de hacer justicia por su propia cuenta -lo cual es repudiable- y que el violento sienta el rechazo de la gente.

Comentarios

Anónimo dijo…
¡Me encanta! Simple y llanamente, tienes razon. Como tu, estoy en desacuerdo con ese lamentable discurso del perdon que se promulga ultimamente en Colombia. Efectivamente, hay cosas imperdonables. Cuando pienso en lo que se ha convertido Colombia y su historia en los ultimos años gracias a los violentos, en los años de progreso y desarrollo que hemos perdido por su causa, no puedo sino desear que, por el contrario, se les haga pagar. Deberiamos pasarles factura no solo por sus delitos sino, ademas, por los años de prosperidad de los que nos han impedido beneficiarnos. ¡Porque eso me parece imperdonable! Lucy.

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