197. ¿Por qué el hombre es el sexo débil?

Ya sabemos que los seres humanos subjetivan la diferencia sexual diciendo: "los niños tienen pene, las niñas no lo tienen". Aquí se juegan asuntos subjetivos muy importantes y de enormes consecuencias en cada uno de los los sexos. Freud, por ejemplo, indicó claramente cómo el hecho de que el hombre lo tenga -forma como subjetiva la posesión de ese órgano-, hace que él se sienta superior con respecto a la mujer -que no lo tiene-. Pero tenerlo, como bien lo señala Freud, no es para nada una ventaja, porque si se lo tiene, se lo puede perder; el hombre, entonces, vive permanentemente temeroso de perder su posesión. La mujer, en cambio, no tiene nada que perder y en este sentido, está en una posición más ventajosa. Ella, como lo señala Miller (2002), es un sujeto con agallas, más audaz y hasta más libre. El hombre, por tanto, es más cobarde que la mujer. El hombre, entonces, subjetiva al falo como una posesión que lo hace superior, pero está permanentemente amenazado de perderlo.

El no tengo de la mujer la coloca, pues, en una posición de inferioridad, y la clínica nos enseña que muchas mujeres, en verdad, se sienten inferiores a los hombres por no tener lo que ellos sí tienen. Pero esta posición las lleva a desearlo, a buscarlo, a tenerlo y, fundamentalmente, a serlo. “Ser en vez de no tener es la metáfora fálica de la mujer, es uno de los caminos de la solución femenina, que muestra al mismo tiempo que en el hombre el tener impide el ser...” (Miller, 2002, pág.154).

En este sentido, el tener, que es un asunto masculino, resulta inferior al ser, que es un asunto femenino, de tal manera que en la "relación" entre los sexos, en la que el hombre parecía reírse de la inferioridad femenina, resulta encartado con esto del tener, ya que por tener, no es. En otras palabras: el tener, que equivalía a una superioridad, resulta ser lo contrario: una inferioridad. Así pues, quien resulta ser el sexo débil es el que se ha denominado corrientemente como el sexo fuerte: el hombre. Él aparece constantemente amenazado por la castración -la amenaza concierne al macho, dice Miller (2002)-, mientras que la mujer padece de la nostalgia del no tener, y por tanto, envidia la posesión del macho, lo cual marca su deseo; “su deseo esta marcado por este no tener.” (Miller, pág. 155).

Comentarios

Anónimo dijo…
Hernando:

Solía decir el maestro Alberto Restrepo González que las mujeres "tienen" por dentro lo que los hombres "tienen" por fuera. No conozco las implicaciones psicoanalíticas ni psicodinámicas de semejante punto de vista, pero si nos remitimos a Jung, e incluso a un historiador de las religiones como Mircea Eliade, podemos afirmar que, tengan lo que tengan, hombres y mujeres encarnan los dos principios escenciales para la vida: el principio masculino y el principio femenino, que al unirse configuran el pozo del ser, ese punto del espaciotiempo del que se ha dicho que configura el origen y sin cuyo conocimiento no es posible la existencia, pues "sin el conocimiento de los orígenes no es posible la existencia", como dijera ese otro maestro de nuestra ciudad, el maestro Memo Ángel.

En abierta comunicación:

Juanma.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Es la primera vez que escribo en tu blog, y dejame decirte que he sido una lectora atenta de tus comentarios. Lo que hablas sobre la inferioridad masculina, me recuerda mucho a la forma en la que escribe Paul Valery.
Valery escribe como mujer, y la describe como su "yo" así: "adios mi yo, mi hermana inmortal y evanescente". Es interesante, en la medida que él llega a ser mujer y en un poema llamado "Esbozo de una serpiente"(cuando lo leí me pareció nauseabundo,pero cuando lo releí me pareció menos feo, y ahora lo aprecio mucho...) una parte reza así: "Al hombre tu luz despierta/y lo encierra en un espejismo/de un nuevo sueño, sin que advierta/que está soñándose a si mismo./De alma oscura presencia/subordinada a la evidencia/de la luzque sobre él derramas/queda ya siempre. ¿Oh engaño astuto/con el le ocultas el absoluto, Rey de sombras hecho en llamas!/.

Diana Zahela Zapata García.
Anónimo dijo…
vxcv

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