292. Ética es renuncia a lo pulsional.

Luego del asesinato del padre de la horda primitiva, todos los hermanos renuncian al goce-todo, renuncian al ideal de ocupar la posición del padre y a poseer a la madre y hermanas. Todo el mito del asesinato del padre tiene como punto de capitón dicho asesinato, con la consecuente renuncia de lo pulsional. Este mito parece más una metáfora sobre la renuncia al goce absoluto, sobre la pérdida de goce, pérdida que padeció toda la humanidad en los orígenes de la cultura, dando paso al reconocimiento de unas obligaciones mutuas; renuncia, que a su vez, y cada vez, debe padecer todo ser humano en su ingreso a la civilización.

Según Freud, esta renuncia de lo pulsional es también el origen de la ética. “Ética es limitación de lo pulsional” (Ramírez, 1998). Si la ética se funda en una renuncia de lo pulsional, ¿es posible pensar en una ética del padre de la horda primordial? Si se pudiera hablar de una ética del padre de la horda, amo absoluto que todo lo puede, sería la ética del imperativo categórico, la ética de la voluntad de goce. Pero esta ética no es la ética del padre simbólico, del padre que resulta después de su asesinato, y que incluye en ella la renuncia a lo pulsional. La ética del padre simbólico es la ética que anuda el deseo a la ley y sostiene la diferencia que garantiza la igualdad de derechos entre los hermanos de la horda.

Entonces, estrictamente hablando, antes del asesinato no se puede hablar de una ética del padre; se puede sí hablar de una voluntad de goce, la cual se podría describir como un «tengo derecho a gozar de todas las mujeres de la horda». Pero, y del lado de los hermanos de la horda, ¿qué había? Ellos tenían prohibido gozar de las mujeres, ellos estaban obligados a renunciar a esta satisfacción, y si la ética se origina en una  renuncia de lo pulsional, ¿se podría hablar aquí de una ética de los hermanos?

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