376. El psicoanálisis es una ciencia conjetural.

Lacan (1981) es un crítico de la ciencia moderna, por ignorar la dimensión simbólica de la existencia humana, y de tal modo alentar al hombre contemporáneo a olvidar su subjetividad. Lacan va a dirigir su crítica al modelo positivista de la ciencia; él considera que el positivismo es en realidad una desviación respecto de la «ciencia verdadera». Para Lacan, lo que caracteriza al discurso científico es un alto grado de formalización matemática. Y esto es justamente lo que se encuentra detrás de sus intentos de formalizar la teoría psicoanalítica, introduciendo en ella una serie de fórmulas matemáticas, fórmulas que hacen posible que el discurso psicoanalítico, al igual que el discurso científico, sea transmisible.

Es a partir del estudio de la función simbólica –Lacan (1981) define al psicoanalista  como un practicante de la función simbólica– que Lacan va a hacer de la lingüística moderna, el paradigma de las ciencias, no humanas, sino conjeturales. De hecho, la lingüística desempeñó un importante papel de vanguardia en la antropología contemporánea. Esto introduce un nuevo orden en la clasificación de las ciencias.

“Este nuevo orden no significa otra cosa que un retorno a una noción de la ciencia verdadera que tiene ya sus títulos inscritos en una tradición que parte del Teetetes. Esa noción se degradó, ya se sabe, en la inversión positivista que, colocando las ciencias del hombre en el coronamiento del edificio de las ciencias experimentales, las subordina a ellas en realidad. Esta noción proviene de una visión errónea de la historia de la ciencia, fundada sobre el prestigio de un desarrollo especializado de la experiencia.” (Lacan, 1981, p. 273).

Lacan (1981) dirá, entonces, que las fuentes subjetivas de la función simbólica, esas que Freud describió en una connotación vocálica de la presencia y de la ausencia, se encuentran en la “matematización en que se inscribe el descubrimiento del fonema como función de las parejas de oposición formadas por los más pequeños elementos discriminativos observables de la semántica” (Lacan, p. 273). Así pues, toda la lengua se puede reducir a pequeño grupo numérico de oposiciones fonémicas, que inician una rigurosa formalización de los morfemas, poniendo a nuestro alcance “un acceso estricto a nuestro campo.” (Lacan, p. 274). Y agrega Lacan: “¿No es acaso sensible que un Lévi-Strauss, sugiriendo la implicación de las estructuras del lenguaje y de esa parte de las leyes sociales que regula la alianza y el parentesco conquista ya el terreno mismo en el que Freud asienta el inconsciente?” (p. 274).

Centrado sobre una teoría general del símbolo, Lacan (1981) dice que es imposible no hacer una nueva clasificación de las ciencias, “en la que las ciencias del hombre recobren su lugar central en cuanto a ciencias de la subjetividad.” (p.274). Entonces, si bien la división entre ciencias humanas y ciencias naturales estaba perfectamente establecida desde del siglo XIX, Lacan, en lugar de hablar de «ciencias humanas» y «ciencias naturales», prefiere referirse a «ciencias conjeturales» o ciencias de la subjetividad, como opuestas a las «ciencias exactas». Éstas últimas tienen que ver con el campo de los fenómenos en el que no hay nadie que use un significante, de tal modo que, las ciencias conjeturales son las que se refieren a seres que habitan el orden simbólico.

Así como la física proporcionó en su momento un paradigma de rigor para las ciencias exactas, con la llegada de la lingüística estructural se establece un equilibrio, al proporcionar ésta un paradigma igualmente exacto para las ciencias conjeturales.

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