158. ¿Es el ser humano un ser natural?

La respuesta del psicoanálisis es «no»; el ser humano, por hablar, por habitar el lenguaje, se ha apartado de sus condicionamientos naturales, no obedece más a las leyes de la naturaleza, ha perdido todos sus instintos, en otras palabras, es un ser «desnaturalizado». La filosofía al decir que el ser humano es un ser «racional» o «pensante» también está diciendo lo mismo: que en el ser humano la naturaleza ha sido reemplazada por la cultura.

En ocasiones se dice que el ser humano es un ser con instintos, y fundamentalmente se dice que él posee un instinto sexual, un instinto materno y otro de autoconservación; pero la experiencia nos enseña claramente que no hay tales. Si la sexualidad humana estuviera regida por un «instinto sexual», no habrían comportamientos perversos en ella, es decir, «perversiones sexuales»; no habría homosexuales, pederastas, fetichistas, exhibicionistas o vouyeristas, ni ninguna de las conductas extravagantes que se presentan en la vida sexual de los seres humanos. Si hubiese un «instinto materno», las mujeres no recurrirían al aborto, no darían en adopción a sus críos y no maltratarían a sus hijos. Y si hubiese un «instinto de conservación», los seres humanos no pondrían en riesgo su vida tal y como lo hacen permanentemente, por ejemplo, en la práctica de los deportes llamados extremos o en el abuso de sustancias psicotrópicas.

El instinto es un «saber» que se transmite genéticamente de una especie a otra; él le permite a cada ser vivo desenvolverse en el medio ambiente en el que vive, garantizando su supervivencia y la de la especie. El instinto tiene la característica de ser algo que rige para todos los miembros de una misma especie, sin excepciones, de tal manera que, si hubiese un «instinto sexual» en los seres humanos, todos elegiríamos como objeto sexual a alguien del sexo opuesto; o si hubiese un «instinto materno», todas las madres protegerían cabalmente a sus hijos. Así pues, si nos preguntamos si el ser humano obedece a las mismas leyes de la naturaleza a las que obedecen los animales, habría que responder que no. Por el hecho de hablar, el hombre está radicalmente separado de la naturaleza; no es más el instinto el que regula su acción, sino que él se introduce en el «hábitat» del lenguaje. El medio “natural” del ser humano es, entonces, el lenguaje.

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