151. El síntoma psíquico.

Los síntomas psicológicos, aquellos que le acarrean algún tipo de malestar y sufrimiento a los seres humanos, tienen un carácter radicalmente subjetivo, es decir, que dependen de la percepción que el sujeto se hace de sí mismo. Así pues, sentirse deprimido, comer mucho o muy poco, aburrirse los fines de semana, experimentar el desamor o ser homosexual, por ejemplo, pueden ser fuente de angustia y mortificación para un individuo, pero no para otros.

Por lo general, la mayoría de los seres humanos ven como «normales» muchas de las situaciones de las cuales se quejan; otros, en cambio, hacen de su queja -seguir con un esposo infiel, vivir con una mujer malgeniada, que las cosas salgan siempre mal en el trabajo, emparejarse una y otra vez con hombres casados, ser agresivo con los hijos, ser tímido o poco inteligente, etc., etc.- el motivo para una consulta psicológica.

El síntoma psíquico adopta, en el mundo contemporáneo, nuevas formas. La angustia, por ejemplo, ha adquirido aspectos casi epidémicos en la depresión, la anorexia y la bulimia, síntomas éstos que tienen hoy una incidencia creciente, al igual que las toxicomanías.

El estudio del padecimiento psíquico ha permitido demostrar que los síntomas no son simplemente un trastorno o una disfunción. Dicho estudio enseña que los síntomas psíquicos tienen una causa, ignorada por quien los padece, es decir, una causa inconsciente. Y además que los síntomas psíquicos perduran no solo porque tienen un sentido oculto, sino porque dicho sentido conlleva una satisfacción, también inconsciente, que se vive conscientemente como displacer, como sufrimiento.

Esto último es probablemente lo que hace el escándalo del síntoma psíquico: que a pesar de acarrearle un sufrimiento al sujeto que lo padece, que lo sufre, también le procura una satisfacción, una extraña satisfacción en el malestar -lo que el psicoanálisis lacaniano denomina «goce»-. Por esto se puede decir que hay sujetos a los que les «gusta» quejarse de las cosas que los mortifican, o que hay sujetos «masoquistas»: aquellos que no hacen nada para cambiar la situación de la que se quejan. Y pasan los días, los meses y los años quejándose de la situación que les produce sufrimiento, pero no hacen nada para cambiarla ni entienden por qué siguen en ella.

Comentarios

Anónimo dijo…
Cuando nos referimos a un homosexual o aquel sujeto que tiende a ser homosexual por un tiempo, durante su proceso se consideran seres deprimidos, angustiado y a eso lo llaman sufrimiento, ya sea por el que dirá la familia, la sociedad, los compañeros etc.
Pero lo mas paradójico es que, a pesar de que, de alguna forma seamos seres que nos adaptamos a las evoluciones y a los comportamientos anormales de una sociedad, después de todo esto se presentan las criticas, quienes después son la llave de entrada para mucho que piensan que lo normal es una alteración genética o social.
Un caso de vida real, un chico con tan solo 18 años, que vive con su madre, su estado económico es normal, y quien tiene relaciones sociales con variedad de hombres y mujeres, pero quien desea entrar a la moda en el mundo de la homosexualidad, para el es algo que normal y personal que no lo hace ser publico pero que disfruta serlo aunque pare el sea un sufrimiento.
Su madre no sabe nada, pero después de que su hijo comienza a tener comportamientos diferentes comienza a sospechar sobre la hombría de su hijo, quien más tarde seda cuenta de que su hijo es homosexual, pero quien se niega rotundamente a aceptar la realidad.
La vida esta llena de paradigmas de anormalidades entre el comportamiento de la sociedad, pero lo que es de preguntarse es por que siendo una sociedad que piensa en justicia y en cambio hagan a los demás seres infelices causándoles grandes episodios psicológicos y produciendo así la muerte…
Edm dijo…
El psicoanálisis Lacaniano dentro del todo teórico que lo compone creo que ha hecho grandes aportes a la hermenéutica del sujeto, y al tratamiento del malestar de éste. No obstante me parece que tiene una debilidad que vicia dicha propuesta epistémica, la cual puede atisbarse en su rechazo a una verdad objetiva, en tanto sólo hay una verdad para el sujeto, y dicha verdad es la que el sujeto crea para sí mismo. A partir de allí, toda conceptualización se relativiza, dando como resultado último, la polisemia.

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