160. Naturaleza, cultura y familia.
Si el impulso sexual en Freud adquiere un nuevo sentido con relación a lo social, es porque él descubre que la sexualidad puede satisfacerse con palabras, con lo bello, con los valores más altos de la cultura. El psicoanálisis ha develado una nueva manera de satisfacción para la pulsión sexual, que se encuentra en la palabra, en la cultura. Precisamente, porque la pulsión puede obtener satisfacción a través de la cultura, es por lo que la sexualidad en Freud no es un instinto natural, y así como la pulsión es lo que ha sustituido al instinto, igualmente podemos concluir que la cultura es lo que ha sustituido a la naturaleza. Incluso, a cada función de la naturaleza, el ser humano le da un sentido cultural. Por ejemplo, “Un hijo es un hecho biológico, pero por otro lado es un deber asegurar su nacimiento cultural” (Miller, 1998), lo que los psicólogos llaman socialización. El nacimiento de ese producto biológico que es el hijo, debe ser registrado ante el Estado, debe tener un nombre y una identidad, como también una serie de representaciones que lo identifiquen como un ser humano que es miembro de una familia y de la sociedad. Entonces, un hecho de la naturaleza, el nacimiento de un hijo, debe ser inscrito cultural y socialmente.
La familia, célula de la sociedad, es particularmente importante para el psicoanálisis. Tan importante que, por ejemplo, en la experiencia analítica, cuando un sujeto está en análisis, habla es de su familia: habla de su padre, de su madre, de sus hermanos, tíos, abuelos, etc. Miller se pregunta: “¿Qué ocurre para que el ser humano esté tan vinculado a la historia familiar?” (Miller, 1998). La familia es una institución social y como tal también es un sustituto de la naturaleza. Si bien la familia tiene una base biológica, son justamente los desarrollos científicos de la biología los que demuestran que no se necesita de un hombre para que una mujer llegue a ser madre, y es probable que, un poco más adelante, tal y como van las cosas, no se necesite tampoco de una madre para producir un hijo. Esto demuestra claramente cómo la familia es una institución social y que además tiene una función esencial: Transmitir la cultural. Ahora bien, es evidente que el espacio social de la familia humana es diferente al de la familia animal, debido fundamentalmente a que en la institución familiar humana opera una prohibición. Esa prohibición no es otra que la prohibición del incesto, interdicción que funda la cultura humana tal y como la conocemos hoy. En la familia animal -tal y como lo vimos hace un momento- no sucede nada de esto: un animal puede tener relaciones con su madre, hermanas o hasta con la abuela, y no pasa nada, no hay ningún problema. Esa misma ley de prohibición del incesto es la que funda las estructuras elementales de parentesco: ser hijo de, nieto de, sobrino de, tío de, hermano de, que, a nivel subjetivo, es decir, psicológico, es para todo hijo la manera de saber que tiene un lugar en una familia y por lo tanto un lugar en el mundo. Es todo un problema para un sujeto cuando éste no encuentra un lugar en la familia o en la sociedad.
¿Por qué el psicoanálisis dice que la interdicción del incesto funda la cultura, así como la antropología dice que funda las relaciones de parentesco? Porque a partir de esa prohibición de las relaciones sexuales con los padres, el sujeto se ve obligado a buscar el objeto sexual, fuera del espacio familiar. Y no solamente esto. Los objetos que se encuentran en el espacio familiar y que se convierten para todo sujeto en los primeros objetos de amor y de deseo, es decir, el padre y la madre, son los que determinan en él las condiciones para el amor y para la elección de un objeto sexual. Así pues, todo sujeto está estrechamente vinculado al espacio de la familia, y es ese espacio el que determina cómo y por qué el ser humano elige su objeto sexual.
La familia, célula de la sociedad, es particularmente importante para el psicoanálisis. Tan importante que, por ejemplo, en la experiencia analítica, cuando un sujeto está en análisis, habla es de su familia: habla de su padre, de su madre, de sus hermanos, tíos, abuelos, etc. Miller se pregunta: “¿Qué ocurre para que el ser humano esté tan vinculado a la historia familiar?” (Miller, 1998). La familia es una institución social y como tal también es un sustituto de la naturaleza. Si bien la familia tiene una base biológica, son justamente los desarrollos científicos de la biología los que demuestran que no se necesita de un hombre para que una mujer llegue a ser madre, y es probable que, un poco más adelante, tal y como van las cosas, no se necesite tampoco de una madre para producir un hijo. Esto demuestra claramente cómo la familia es una institución social y que además tiene una función esencial: Transmitir la cultural. Ahora bien, es evidente que el espacio social de la familia humana es diferente al de la familia animal, debido fundamentalmente a que en la institución familiar humana opera una prohibición. Esa prohibición no es otra que la prohibición del incesto, interdicción que funda la cultura humana tal y como la conocemos hoy. En la familia animal -tal y como lo vimos hace un momento- no sucede nada de esto: un animal puede tener relaciones con su madre, hermanas o hasta con la abuela, y no pasa nada, no hay ningún problema. Esa misma ley de prohibición del incesto es la que funda las estructuras elementales de parentesco: ser hijo de, nieto de, sobrino de, tío de, hermano de, que, a nivel subjetivo, es decir, psicológico, es para todo hijo la manera de saber que tiene un lugar en una familia y por lo tanto un lugar en el mundo. Es todo un problema para un sujeto cuando éste no encuentra un lugar en la familia o en la sociedad.
¿Por qué el psicoanálisis dice que la interdicción del incesto funda la cultura, así como la antropología dice que funda las relaciones de parentesco? Porque a partir de esa prohibición de las relaciones sexuales con los padres, el sujeto se ve obligado a buscar el objeto sexual, fuera del espacio familiar. Y no solamente esto. Los objetos que se encuentran en el espacio familiar y que se convierten para todo sujeto en los primeros objetos de amor y de deseo, es decir, el padre y la madre, son los que determinan en él las condiciones para el amor y para la elección de un objeto sexual. Así pues, todo sujeto está estrechamente vinculado al espacio de la familia, y es ese espacio el que determina cómo y por qué el ser humano elige su objeto sexual.
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