510. Feminidad y discurso de género: «La lógica fálica no puede dar cuenta de lo femenino como tal»

La estructura del lenguaje nos somete a la lógica de la diferencia significante, la cual es siempre una diferencia binaria. “La cuestión de la diferencia sexual entre hombres y mujeres está incluida en este paradigma del binarismo, que es la estructura misma del lenguaje” (Bassols, 2021). Así pues, «hombre» y «mujer» son los significantes con los que se representa la sexualidad, a partir de la lógica del significante que funciona por la diferencia entre ellos. “Dicho de manera simple: el hombre se define por no ser mujer, y la mujer por no ser hombre” (Bassols).

La lógica fálica también responde a la estructura del lenguaje; el significante falo representa la presencia o de la ausencia del falo en el sujeto, el uno o cero, fálico o castrado. Pero Lacan va a plantear otra lógica, la que lo lleva a la construcción del objeto a. “Es la salida de la lógica binaria que hay que investigar y que está ausente en la teoría de género. El objeto a no funciona por una lógica binaria, por su diferencia con otros objetos. No hay objeto b, c, d…” (Bassols, 2021). El objeto a no es exactamente un significante, por eso escapa a la lógica binaria que está en juego en la estructura del lenguaje.

A lo anterior se le agrega otro problema: el axioma de Lacan «La mujer no existe». Esto significa que “no hay un significante que pueda definir a La mujer en relación a otros significantes” (Bassols, 2021). Es decir, en el conjunto de significantes, el Otro de lo simbólico, tesoro de los significantes, no se encuentra el significante que podría definir a lo femenino, a La mujer. Esto significa que la lógica de la diferencia entre los sexos, con los significantes «hombre» y «mujer», no va más; es decir que, “cuando se trata de la identificación de la mujer, no hay modo de encontrar el significante” (Bassols). En palabras de Freud, en el inconsciente no se encuentra una inscripción de la diferencia entre los sexos; en el inconsciente solo existe el símbolo fálico, que es el significante con el que se establece la diferencia entre los sexos. Así pues, “la lógica fálica no puede dar cuenta de lo femenino como tal” (Bassols), esto es lo que lleva a Freud a hablar, con relación a lo femenino, del «continente negro», y es lo que lleva a Lacan a concluir que el goce no puede ser atrapado por el binarismo significante.

Es por esto que Lacan elabora una nueva lógica sobre la cuestión de la feminidad, una lógica que va más allá del Edipo, más allá de la lógica fálica, de la lógica de la diferencia entre hombre y mujer (Bassols, 2021), lógica que lo lleva a construir el objeto a, y luego establecer la fórmula «La mujer no existe». Lo femenino, entonces, es una alteridad radical, “una alteridad que no se explica con la diferencia relativa entre significantes. Es una diferencia absoluta, para decirlo con otra expresión de Lacan” (Bassols).

Al parecer, el discurso de género no ha logrado entender esta nueva lógica, por eso termina acusando al psicoanálisis de heteropartiarcal, desconociendo la última enseñanza de Lacan; tampoco abordan la lógica del falo de manera adecuada, señalando al psicoanálisis de falocéntrico. Si las teorías de género desean conversar con el psicoanálisis, hay que partir del aforismo lacaniano «La mujer no existe» (Bassols, 2021), y dejar de lado ese prejuicio de que el psicoanálisis es supuestamente falocéntrico y heteropatriarcal. Por eso el psicoanálisis invita al sujeto contemporáneo a hacer una lectura atenta y salir del efecto endogámico que produce la Universidad y las instituciones. “Hay que ser en primer lugar muy cuidadosos en cómo transmitimos el discurso del psicoanálisis, sobre todo no repitiendo sin saber lo que decimos, porque el malentendido está asegurado (…) Hay que generar estos espacios de debate y de conversación públicos. El psicoanalista lacaniano, como decía Jacques-Alain Miller hace ya veinte años, es el que sale del gimnasio para debatir en la plaza pública” (Bassols).

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