46. Rasgos de cultura.
Entre los rasgos que el psicoanálisis distingue para medir la cultura de un país, se destaca el cuidado de todas las cosas que le son útiles. La veneración de la belleza también es algo que se exige a la cultura; igual sucede con la limpieza y el orden. La suciedad es rechazada, y el orden parece una obsesión necesaria para llevar una vida en comunidad; a sus miembros se les enseña cómo, cuándo y dónde algo debe hacerse, para aprovechar al máximo el uso del espacio y el tiempo.
En ningún otro rasgo se mide mejor el nivel cultural de un pueblo que en el cuidado que se le da a actividades psíquicas como el trabajo intelectual, el científico, el artístico y el papel rector de las ideas en la vida del hombre; en la cima de estas están los sistemas religiosos, las especulaciones filosóficas y todos los ideales y principios que rigen una sociedad.
Como último rasgo de cultura está el modo en que se regulan los vínculos recíprocos entre las personas: sus relaciones sociales, sexuales, familiares y con el Estado. La cultura se inició con el primer intento de reglar los vínculos entre los hombres. Sin dicha reglamentación, los lazos sociales estarían sometidos a la arbitrariedad del individuo de mayor fuerza física, quien actuaría de acuerdo a sus impulsos egoístas.
La convivencia humana se hizo posible con al adhesión de una mayoría que resultó más fuerte que el individuo; este fue un paso decisivo en el establecimiento de la cultura. Su esencia consiste en que los miembros de una comunidad ponen limites a la posibilidad de satisfacer sus impulsos, en tanto que el individuo no conocía tal limitación. El siguiente requisito cultural será la justicia, es decir, la seguridad de que el orden jurídico establecido no se quebrantará para favorecer a un individuo. El resultado será un derecho al que los capaces de llevar una vida en comunidad contribuyen con el sacrificio de sus pasiones primitivas y en la cual nadie pueda resultar víctima del abuso de otros. Lo aquí expuesto nos ayuda a responder si nuestra sociedad es en realidad culta.
En ningún otro rasgo se mide mejor el nivel cultural de un pueblo que en el cuidado que se le da a actividades psíquicas como el trabajo intelectual, el científico, el artístico y el papel rector de las ideas en la vida del hombre; en la cima de estas están los sistemas religiosos, las especulaciones filosóficas y todos los ideales y principios que rigen una sociedad.
Como último rasgo de cultura está el modo en que se regulan los vínculos recíprocos entre las personas: sus relaciones sociales, sexuales, familiares y con el Estado. La cultura se inició con el primer intento de reglar los vínculos entre los hombres. Sin dicha reglamentación, los lazos sociales estarían sometidos a la arbitrariedad del individuo de mayor fuerza física, quien actuaría de acuerdo a sus impulsos egoístas.
La convivencia humana se hizo posible con al adhesión de una mayoría que resultó más fuerte que el individuo; este fue un paso decisivo en el establecimiento de la cultura. Su esencia consiste en que los miembros de una comunidad ponen limites a la posibilidad de satisfacer sus impulsos, en tanto que el individuo no conocía tal limitación. El siguiente requisito cultural será la justicia, es decir, la seguridad de que el orden jurídico establecido no se quebrantará para favorecer a un individuo. El resultado será un derecho al que los capaces de llevar una vida en comunidad contribuyen con el sacrificio de sus pasiones primitivas y en la cual nadie pueda resultar víctima del abuso de otros. Lo aquí expuesto nos ayuda a responder si nuestra sociedad es en realidad culta.
Comentarios