36. El lenguaje humaniza.
El ser humano tiene una relación fundamental con el lenguaje. Todo lo que se relaciona con el sujeto está estructurado, organizado y depende directamente del símbolo. Inclusive su constitución psíquica -su personalidad, su forma de ser- es un efecto de su relación con el lenguaje.
Para explicar esta dependencia del ser humano con el lenguaje, se puede decir que es gracias al lenguaje que un sujeto puede hacerse una representación, una idea de lo que es el mundo y de quién es él. Al nacer, lo que hay es un organismo, el cual nace con un sistema nervioso central -cerebro o hardware- que sirve de base para recibir en él al lenguaje -software-; con éste podrá organizar su percepción, su pensamiento y su acción. El organismo como tal no tiene una representación de sí mismo: no sabe quién es, que sexo tiene, a qué familia pertenece, en que lugar del mundo vive, cuál es su nombre y el de sus parientes, cómo regresar a casa, etc. Toda esta información le será transmitida y la adquirirá gracias al lenguaje. Cuando un sujeto se hace una representación de sí mismo y del mundo, se dirá que se ha humanizado, lo que es solo posible con lo simbólico, con el lenguaje. Un organismo humano sin lenguaje sería una especie de planta con pies, o un mono sin pelos y sin cola.
Quien transmite todas las representaciones del mundo y de sí mismo, necesarias para que un sujeto se oriente en la vida, es, esencialmente, la madre. Ella también atribuye al sujeto una imagen de sí con la que él se identifica: “ese que está frente al espejo soy yo, soy hombre o soy mujer, soy inteligente o tonto, bien parecido o feo, etc." La madre cumple una función primordial en tanto que es la que transmite al sujeto la estructura del lenguaje, la lengua -que bien se le llama "lengua materna"-, la cultura y las normas de una sociedad; en otras palabras, socializa al sujeto.
Es por esto que el psicoanálisis sostiene que no hay ser humano más que por efecto del lenguaje. El lenguaje es lo que le va a permitir a cualquiera adquirir un saber sobre sí mismo y el mundo. Lo simbólico es ese lugar donde un sujeto puede ser representado -por su nombre, su apellido, su nacionalidad, su carácter, etc.- como perteneciendo al conjunto de los seres humanos.
Para explicar esta dependencia del ser humano con el lenguaje, se puede decir que es gracias al lenguaje que un sujeto puede hacerse una representación, una idea de lo que es el mundo y de quién es él. Al nacer, lo que hay es un organismo, el cual nace con un sistema nervioso central -cerebro o hardware- que sirve de base para recibir en él al lenguaje -software-; con éste podrá organizar su percepción, su pensamiento y su acción. El organismo como tal no tiene una representación de sí mismo: no sabe quién es, que sexo tiene, a qué familia pertenece, en que lugar del mundo vive, cuál es su nombre y el de sus parientes, cómo regresar a casa, etc. Toda esta información le será transmitida y la adquirirá gracias al lenguaje. Cuando un sujeto se hace una representación de sí mismo y del mundo, se dirá que se ha humanizado, lo que es solo posible con lo simbólico, con el lenguaje. Un organismo humano sin lenguaje sería una especie de planta con pies, o un mono sin pelos y sin cola.
Quien transmite todas las representaciones del mundo y de sí mismo, necesarias para que un sujeto se oriente en la vida, es, esencialmente, la madre. Ella también atribuye al sujeto una imagen de sí con la que él se identifica: “ese que está frente al espejo soy yo, soy hombre o soy mujer, soy inteligente o tonto, bien parecido o feo, etc." La madre cumple una función primordial en tanto que es la que transmite al sujeto la estructura del lenguaje, la lengua -que bien se le llama "lengua materna"-, la cultura y las normas de una sociedad; en otras palabras, socializa al sujeto.
Es por esto que el psicoanálisis sostiene que no hay ser humano más que por efecto del lenguaje. El lenguaje es lo que le va a permitir a cualquiera adquirir un saber sobre sí mismo y el mundo. Lo simbólico es ese lugar donde un sujeto puede ser representado -por su nombre, su apellido, su nacionalidad, su carácter, etc.- como perteneciendo al conjunto de los seres humanos.
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