43. Buscando la felicidad.
El ser humano recurre a una serie de tareas con las que espera ser feliz. Entre ellas se destaca el trabajo, el cual desempeña un importante papel a nivel psicológico: inserta al sujeto en la comunidad humana; el trabajo afianza y justifica la vida en sociedad.
Están también las ilusiones que el sujeto se crea en la vida: sus fantasías; en ellas se cumplen deseos de difícil realización -de poder, sexuales y/o agresivos-. Entre las satisfacciones de la fantasía está el goce de las obras de arte, el cual procura una débil narcosis que sustrae pasajeramente de los apuros de la vida.
Otro procedimiento para alcanzar la felicidad y sentirse dichoso de alguna manera, es el rompimiento del vínculo con la realidad, fuente de todo padecer. El psicoanálisis es de la opinión de que cada sujeto, en algún momento de la vida, se comporta como los locos, que corrigen algún aspecto insoportable del mundo, de acuerdo a sus deseos, e introducen un delirio que crea una transformación de la realidad. Todo sujeto procura vivir una realidad que le es propia, y que cree única y verdadera. Las religiones se caracterizan por unos tales delirios de masas: desfiguran de forma delirante la imagen del mundo real, imponiendo a todos por igual su camino para conseguir satisfacción y protegerse del sufrimiento.
Una cuarta orientación sitúa al amor como aquel del que se espera toda felicidad: amar y ser amado. El amor sexual procura la experiencia más intensa de placer, siendo este el paradigma de toda dicha. Pero nunca estamos menos protegidos contra las penas y el dolor que cuando se ama; nunca más desdichado que cuando se ha perdido a la persona amada y a su amor.
Si bien muchos sujetos se empeñan en ser felices, dicho objetivo parece irrealizable. No por esto se debe renunciar al propósito de acercarse de algún modo a su cumplimiento. Cada uno tiene que ensayar por si mismo la forma de alcanzarlo. Lo que importa es cuanta satisfacción se puede esperar del mundo exterior y la independencia que se alcance respecto de él. También cuenta para esto la fuerza con la que se crea contar para modificar al mundo según los propios deseos, sin excederse en extremos.
Están también las ilusiones que el sujeto se crea en la vida: sus fantasías; en ellas se cumplen deseos de difícil realización -de poder, sexuales y/o agresivos-. Entre las satisfacciones de la fantasía está el goce de las obras de arte, el cual procura una débil narcosis que sustrae pasajeramente de los apuros de la vida.
Otro procedimiento para alcanzar la felicidad y sentirse dichoso de alguna manera, es el rompimiento del vínculo con la realidad, fuente de todo padecer. El psicoanálisis es de la opinión de que cada sujeto, en algún momento de la vida, se comporta como los locos, que corrigen algún aspecto insoportable del mundo, de acuerdo a sus deseos, e introducen un delirio que crea una transformación de la realidad. Todo sujeto procura vivir una realidad que le es propia, y que cree única y verdadera. Las religiones se caracterizan por unos tales delirios de masas: desfiguran de forma delirante la imagen del mundo real, imponiendo a todos por igual su camino para conseguir satisfacción y protegerse del sufrimiento.
Una cuarta orientación sitúa al amor como aquel del que se espera toda felicidad: amar y ser amado. El amor sexual procura la experiencia más intensa de placer, siendo este el paradigma de toda dicha. Pero nunca estamos menos protegidos contra las penas y el dolor que cuando se ama; nunca más desdichado que cuando se ha perdido a la persona amada y a su amor.
Si bien muchos sujetos se empeñan en ser felices, dicho objetivo parece irrealizable. No por esto se debe renunciar al propósito de acercarse de algún modo a su cumplimiento. Cada uno tiene que ensayar por si mismo la forma de alcanzarlo. Lo que importa es cuanta satisfacción se puede esperar del mundo exterior y la independencia que se alcance respecto de él. También cuenta para esto la fuerza con la que se crea contar para modificar al mundo según los propios deseos, sin excederse en extremos.
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